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Cáncer en perros mayores: particularidades de la oncología geriátrica
Para hablar de cáncer en perros mayores primeramente se debería establecer cuándo un perro es “mayor”. No existe un criterio unánime al respecto:
- Algunos autores entienden que un perro puede ser considerado sénior cuando entra en el último 25% de su esperanza de vida.
- Otros prefieren adelantar esta etapa al momento en que el perro ha alcanzado el 60% de su esperanza de vida, y usar el término geriátrico para cuando el perro llega al último 25%.
- Pero desde un punto de vista estrictamente oncológico se consideran geriátricos los perros gigantes de más de 5 años y los de más de 8 años con un peso inferior a 40 kg.
No se dispone de datos actualizados sobre la distribución de pacientes por rango de edad en México, pero en EEUU se calcula que el 39% de la población canina son sénior y el 47% de los sénior son geriátricos.
Generalidades de la oncología geriátrica
Las neoplasias malignas son frecuentes en perros geriátricos, probablemente porque los perros mayores son más susceptibles al desarrollo de tumores. El cáncer puede ser la causa de fallecimiento/eutanasia en el 50% de los pacientes geriátricos.
En este tipo de pacientes existe el riesgo de que muchos signos clínicos causados por la enfermedad pueden ser atribuidos al proceso fisiológico del envejecimiento; por lo tanto, es importante educar al cliente para que reconozca los signos precoces de la carcinogénesis y busque ayuda veterinaria. Esto, junto con un clínico que practique una medicina actualizada y que huya del tópico “vamos a esperar a ver si crece” puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte del paciente.
Diagnóstico de cáncer en perros mayores
Algunas de las neoplasias cuyos signos iniciales pueden no ser tenidos en cuenta incluyen:
1) carcinoma digital de células escamosas, confundido con una enfermedad de las uñas;
2) osteosarcoma, como causa de cojera;
3) fibrosarcoma, mastocitoma o hemangiopericitoma considerados como “bultos de grasa sin importancia”;
4) adenocarcinomas de mama diagnosticados como mastitis;
5) linfoma causando signos alimentarios y diagnosticado como gastritis; y
6) neoplasias uretrales o vesicales causando hematuria y/o disuria y tratadas como cistitis.
Para un diagnóstico precoz es importante considerar la predisposición racial para padecer un tipo concreto de tumor (p. ej. los Scottish Terrier tienen una predisposición a padecer tumores de vejiga 20 veces superior a otras razas), la acción de factores ambientales (p. ej. la radiación solar), tamaño del paciente (osteosarcoma y perros de raza grande) o estado del aparato reproductor (neoplasias de mama en perras enteras).
En estos pacientes es importante intentar obtener el diagnóstico más preciso posible utilizando las técnicas menos agresivas con el animal. Si bien en algunas ocasiones esto puede hacerse con una simple citología, en muchos casos el diagnóstico y estadificación de la enfermedad puede requerir de diversas combinaciones de análisis de sangre y orina, radiología, ecografía, biopsia y posterior inmunofenotipado, tomografía computarizada o resonancia magnética. Todo esto debe ser explicado cuidadosamente al propietario.
Tratamiento
El tratamiento del cáncer en perros mayores resulta complejo, porque además de la severidad de la enfermedad en sí misma, ésta se presenta en un animal que se encuentra en la última etapa de su vida y que en muchas ocasiones ya presenta otras patologías crónicas. Por ello, además de los conocimientos para manejar un paciente pluripatológico, es necesario saber comunicar al propietario la situación real del animal, plantear las diversas opciones de manejo y hacerlo del modo más empático posible.
El tratamiento del cáncer en perros mayores se sustenta en los 3 pilares clásicos:
- Cirugía.
- Quimioterapia (“tradicional” o metronómica) y
- Radioterapia, que dependiendo del caso se emplearán como modalidad única de tratamiento o en combinación.
Por otra parte, en ocasiones se recurrirá a otras técnicas, como la electroquimioterapia, la inmunoterapia o la quimioterapia intralesional.
QUIMIOTERAPIA
Hay que tener en cuenta que es posible que estos pacientes requieran importantes reducciones en las dosis de determinados fármacos dependiendo del grado de compromiso orgánico que presenten. Sin embargo, las evidencias indican que cuanto menos en el caso del linfoma multicéntrico, la edad en sí misma no representa una limitación para la aplicación de protocolos quimioterápicos ni un requerimiento para ajustar las dosis, incluso en pacientes muy ancianos (≥ 14 años).
RADIOTERAPIA
Si bien es una modalidad terapéutica poco difundida en nuestro país por los requerimientos legales, técnicos y económicos que implica disponer de una instalación especializada, puede ser muy eficaz tanto como tratamiento primario o combinado con otras técnicas para mejorar el pronóstico del paciente.
NUTRICIÓN
Es un pilar importante en el manejo del cáncer en perros mayores. Un perro con una dieta en cantidad o calidad inadecuadas tolerará peor el tratamiento, lo que puede llevar al propietario a replantearse si merece la pena continuar tratando al animal. Es importante aportar una dieta con elevada palatabilidad, que el animal ingiera en la cantidad adecuada y que cubra sus requerimientos energéticos, teniendo en cuenta además la posible existencia de otras comorbilidades. En estos casos, puede resultar interesante contar con los servicios de expertos en nutrición que diseñen la dieta más adecuada.
CONTROL DEL DOLOR
Es una parte muy importante del tratamiento de determinados tipos de cáncer en perros mayores. Muchos propietarios pueden aceptar el diagnóstico de la enfermedad y asumir el tratamiento de la misma, pero muy pocos tolerarán que su mascota padezca dolor por un tiempo prolongado. En la mayoría de los casos se recurre a combinaciones de un antiinflamatorio no esteroideo junto a opiáceos, si bien en animales con una carga de ansiedad importante pueden añadirse además antidepresivos tricíclicos.
Conclusiones
El cáncer en perros mayores es una de las principales causas de morbi/mortalidad en esta especie. Sin embargo, y a pesar su gravedad potencial, diagnosticar un tumor en un animal geriátrico no debe ser sinónimo de eutanasia inminente. El manejo de estos pacientes puede ser más complejo que el de perros oncológicos jóvenes, pero con un protocolo adecuado pueden ser tratados de modo que se consiga mejorar su calidad de vida prolongando la duración de la misma.
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